jueves, 22 de enero de 2009

Evolucionismo: ¿Dogma científico o tesis teosófica? (4)



Orlando Fedeli
Fábio Vanini, biólogo
Marina Marques Vanini, doctoranda en Biología
Marcelo Murai, Maestro en Biología
Luciana Kauer Murai, graduada en Biología
Dr. Daniel Almeida de Oliveira, Médico





III - EVOLUCIÓN de la teoría EVOLUCIONISTA


1 - INTRODUCCIÓN

Las Escuelas Evolucionistas
La Ciencia busca el conocimiento de las leyes naturales. Estas leyes son universales e inmutables. Descubierta una ley, es siempre comprobada por nuevas experiencias. Así, el descubrimiento de la vacuna oral contra el virus que causa la poliomielitis por Sabin permite que siempre esa vacuna impida que alguien sea victima por la enfermedad.
Tal cosa no se dio con el evolucionismo y tal no se da. Jamás fue comprobado por hechos o por experiencias. Peor: fue variando su explicación, a la medida que la ciencia progresaba e iba refutando sus errores. La única cosa que el evolucionismo comprobó es que es una teoría en constante evolución. Lo que no comprueba ni su carácter científico, ni su veracidad.
De cualquier modo que se entienda lo que es una especie, al afirmar que una especie deriva de otra, los evolucionistas tenían que explicar cómo acontecía eso. Desde el inicio, hubo divergencias a respecto de eso entre los evolucionistas, dando origen a varias corrientes o escuelas.
En el decorrer de su Historia, el evolucionismo presentó las siguientes escuelas o corrientes:
1a. -- Escuela de Lamarck.
2a. -- Escuela de Darwin
3a. – Escuela Néo- Darwinista o Escuela Sintética Moderna
4a. -- Escuela del equilibrio puntuado

2 - EL LAMARCKISMO

Para Lamarck (1744-1829), los seres vivos derivarían unos de los otros por la obediencia a dos leyes:
1a. ley de los caracteres adquiridos.
2a. ley de la influencia del medio y del modo de vida
Lamarck escribió dos obras defendiendo su teoría: “filosofía Zoológica” y “Historia Natural de los Invertebrados”.
Según Lamarck, el ambiente en que viven los animales y su modo de vida influirían en ellos de modo a adaptarlos cada vez más y mejor a las nuevas condiciones. Los cambios paulatinos adquiridos en la vida de un animal serían transmitidos a sus descendientes. Es la ley de los caracteres adquiridos.
En la realidad, para Lamarck, las circunstancias ambientales servirían apenas para desencadenar fuerzas inherentes a un organismo, para hacerlo cambiar. Por eso, el Lamarckismo merece, de hecho, el nombre de evolucionismo, pues pretende que principios inherentes al ser vivo son los causantes de su cambio.
Como prueba de su teoría, Lamarck presentaba el hecho de existir, en seres vivos, algunos órganos atrofiados “por falta de uso”, en cuanto otros órganos se desarrollaban más por el uso exagerado de ellos.
Ejemplo típico y famoso dado por la escuela Lamarckista como exceso de uso es el del cuello de la jirafa. Conforme Lamarck, la jirafa, no encontrando alimento suficiente en la superficie del suelo, comenzó a procurarlo en lo alto de los árboles. Para esto, ella fue estando obligada a estirar cada vez más su cuello. De este modo, sus hijos comenzaron a nacer con un cuello cada vez mayor. La pobre jirafa, si hubiese desarrollado su enorme cuello para más fácilmente alimentarse de los más tiernos y altos brotes de los árboles, cuanto más crecía su cuello, más difícil le quedaba tomar agua. Jirafal dilema le habría sido escoger entre estirar el cuello para comer, o encogerlo, para beber más fácilmente.
Ya Cuvier, al hacer el elogio fúnebre de Lamarck, al pié de su sepultura, enterró junto con él su teoría, al señalar que, si es el ejercicio continuo de un órgano lo que provoca su desarrollo, ¿cómo podría haber surgido él, si no podía ejercitarse antes de existir? y, si cuando está semi-desarrollado es inepto para ejercer funciones, ¿para qué serviría el nuevo órgano? Sería, en esa fase, más prejudicial que útil.
Stephen Jay Gould, a su vez, nos cuenta que las avestruces, aún dentro de sus huevos, ya presentan callosidades típicas de las avestruces adultas, y esas callosidades no surgieron por el uso (S. Jay Gould, El Pulgar del Panda, p. 70).
Y la gallina de agua, que vive hace tanto tiempo – si no desde siempre -- en los pantanos, no desarrolló una membrana palmiforme en sus patas. No se transformó en palmípeda, aun que eso le habría sido muy útil.
Es falso, por tanto, que la necesidad crea el órgano o lo transforma.
El descubrimiento del ácido desoxiribonucléico y de la corriente del DNA probó que todos los caracteres son heredados por vía genética. Además ya se sabía que innumerables caracteres adquiridos durante la vida jamás son heredados. Así, desde que el mundo es mundo, las mujeres, para generar, pierden la virginidad, y ni por eso sus hijas dejan de nacer en estado virginal.
Completamente refutado por la Ciencia y por la Lógica, la herencia de los caracteres adquiridos del Lamarckismo continúa siendo citada en ciertos libros y en ciertas cátedras, y hasta, veladamente, por connotados autores.
Por ejemplo, conforme los transformistas, el hueso articular y el hueso cuadrado del maxilar de los reptiles se habría transformado en el martillo y en la bigornia del oído de los mamíferos.
Ahora ese cambio es absurdo e imposible pues, durante la evolución de una situación para otra, el reptil no podría comer, ya que el maxilar no quedaría preso firmemente en nada. Y antes de terminar la transformación, el animal sería sordo.
Aún sobre la adaptación del animal al medio, hay un caso bien curioso y que queda bien difícil para la teoría evolucionista explicar: el dilatarse el agua, cuando congela.
Normalmente, todo cuerpo calentado se dilata, y, enfriado, se contrae.
Ahora, con el agua ocurre algo muy curioso. Cuando el agua es enfriada, hasta 4º se contrae. Continuando a ser enfriada, entre 4º y 0º vuelve a dilatarse.
En consecuencia de este hecho, cuando el agua de un lago se congela, se da una dilatación de su volumen, y esto es lo que permite la fluctuación del hielo en el agua. Entretanto, las camadas más profundas del lago no llegan a congelarse, porque quedan sin espacio para dilatación. Por eso, en un lago congelado, las camadas más profundas permanecen siempre a 4º de temperatura y jamás se congelan, lo que permite sobrevivir a la vida lacustre.
En ese caso, entonces, no fueron los animales y vegetales que se adaptaron al ambiente. Fue el ambiente que se "adaptó" a los seres vivos, para que pudiesen sobrevivir!
Ahora bien, esto sólo puede ser explicado por una Sabiduría superior que ordenó todo el universo y no por el evolucionismo. A menos que se admita que la materia es inteligente y el agua comprendía que no se podía congelar; si no, mataría todos los peces.


3 - EL DARWINISMO

Para Darwin, la evolución se habría dado por la selección natural, a través de la lucha por la existencia.
Al contrario de lo que afirmaba Lamarck, para Darwin, la causa de la transformación de una especie en otra sería enteramente extrínseca al su organismo. La lucha por la sobrevivencia es que sería el verdadero motor de la evolución, permitiendo que continuasen existiendo apenas las más aptas. Malthus, Adam Smith y la selección artificial del gado practicada por los creadores ingleses es que inspiraran Darwin.
Darwin consideraba simplista la explicación de Lamarck, pero realmente nunca profundizó el tema.
"S. A. Barnett lo reconoce expresamente en su volumen de homenaje a Darwin: "El propio Darwin jamás formuló (su teoría de la selección natural) de un modo lógicamente válido" (Ossandón Valdés, op. cit. p. 12).
Lo que Darwin decía de la selección natural era una mera tautología: la selección natural sólo hace sobrevivir lo más apto, porque sólo lo más apto puede sobrevivir.
Para Darwin, las especies sufrirían variaciones accidentales pequeñas que, paulatinamente se iban acumulando, y serían transmitidas de generación en generación,
Toda selección importa en la adopción de un criterio, y todo criterio supone una mente inteligente que lo escoge e impone.
La naturaleza, de por sí, no causa una selección natural. Ya está visto que muchas especies desaparecieron por simples accidentes naturales. Así, por ocasión de las grandes orogenias, muchas especies desaparecieron con el sumergimiento de continentes enteros y otras desaparecieron por elevación de los fondos oceánicos. Hoy, se imagina que la súbita extinción de los dinosaurios fue debida a algún fenómeno cataclísmico, y no por selección paulatina.
Por otro lado, si hubiese selección del más apto apenas, con el tiempo, habría una disminución del número de especies, y por fin, quedaría sólo una, lo que no acontece.
Si los hombres provienen de los macacos por sobrevivencia de los más aptos, ¿cómo entonces continuaron existiendo macacos? siendo menos aptos, todos los que no se transformaron en hombres deberían haber desaparecido.
Hay macacos aún, y el evolucionismo, a pesar de todas las sus evoluciones teoréticas, continúa afirmando, aún hoy, lo no se comprobó que desde Darwin.
Además, hoy se sabe que las especies sólo sobreviven en un ecosistema equilibrado, y que la desaparición de una especie tiende a hacer desaparecer otra especie que vivía de ella.
Además de eso, debería acontecer también una selección dentro de la especie, permitiendo la sobrevivencia apenas de la raza más apta. Con el transcurrir de la evolución entonces, acabaría existiendo una sola especie y una sola raza, lo que es un absurdo.
Decougis, en su obra “Le vieillisement des êtres vivants” [El envejecimiento de los seres vivos] afirma:
"La Paleontología nos muestra que las especies fósiles extinguidas son, la más de las veces, especies gigantes o, a veces, enanas, pero preservando siempre trazos de degeneración acromegálica muy acentuados" (Apud Patrick Troadec, op. cit. p. 24).
Galton descubrió que los caracteres seleccionados por los creadores retornan a su estado primitivo luego que cesa la selección.
Hugo de Vries concluyó que la selección sólo era posible por saltos y no por cambios lentos y paulatinos como decía Darwin. Y concluyó De Vries que "la selección no conduce al origen de nuevas especies" (Apud Ossandón Valdés, op. cit. p. 13).
El mismo Ossandón Valdés afirma, en su estudio, que "interesantes experiencias han demostrado que la selección [artificial] tiene limites que es imposible ultrapasar, por más esfuerzos que haga el seleccionador. Simplemente los animales prefieren morir del que continuar cambiando". (Ossandón Valdés, op. cit. p. 12).
Los conocidos biólogos Kimura y Ohno criticaron mucho la evolución con base en la selección natural. Esos dos científicos insisten en que hay un conservadurismo de las especies, y, como De Vries y Jay Gould, afirman que la evolución se haría por saltos.
Si hubiese evolución lenta que transformase una especie en otra, deberían existir fósiles intermediarios entre las especies. Ahora bien, tales fósiles nunca fueron encontrados. Veremos más adelante, al estudiar los fósiles, que jamás fueron encontrados los eslabones perdidos entre dos especies.
El propio Darwin se espantaba con la estabilidad de las especies que las torna tan bien definidas:
"¿Por qué las especies están tan bien definidas? ¿Dónde están entonces las gradaciones infinitas que mi teoría exige? "
Darwin tuvo la sinceridad de escribir esto. Los profesores actuales secundarios – e inclusive muchos universitarios -- garantizan a sus alumnos y al mundo, que tales intermediarios fueron encontrados. Juran que sí.
Si la evolución -- como la defendía Darwin -- fuese verdadera, se deberían encontrar, aún hoy, especies en fase de evolución. Tal cosa no ocurre.
Los darwinistas se salen de esta dificultad diciendo:
1 - la evolución exige largo periodo de tiempo para realizarse;
2 - las condiciones ambientales actuales, diferentes del pasado, no permiten la evolución, hoy.
Lo que se ha constatado en la investigación paleontológica es exactamente lo opuesto de lo que esperaba Darwin y de lo que decían sus seguidores iniciales. No sólo no fueron encontrados fósiles intermediarios entre dos especies, si no que se hallaron especies que durante los largos periodos en que vivieron jamás evolucionaron. Los llamados “fósiles vivos” están en ese caso.
Se llaman “fósiles vivos” determinados seres de los cuales sólo se habían encontrado ejemplares fósiles, y de los cuales, posteriormente, se hallaron ejemplares vivos y exactamente iguales a los ejemplares fósiles de millones de años atrás.
Ejemplo clásico de fósil vivo es el celecanto, pez de que se conocía apenas el ejemplar fosilizado hace 300.000.000 de años. Recientemente, se descubrieron innumerables celecantos vivos exactamente idénticos a los fósiles. El celecanto atravesara 300.000.000 de años sin evolucionar, aun que haya enfrentado las condiciones ambientales en las cuales se pretendía haber sido posible la evolución.
Hay muchos otros casos de animales que atravesaron prácticamente toda la historia geológica de la tierra y no evolucionaron. La cucaracha está en ese caso. La cucaracha antigua era tan asquerosa cuanto la de nuestros días.
En cuanto a la argumentación de que la evolución exige largos periodos de tiempo para realizarse, ella va contra el darwinismo. Si eso fuese verdad, cuanto más tiempo llevase una especie para transformarse en otra, mayor número de ejemplares intermediarios deberían haber sido encontrados. Nada de esto se halló fosilizado en la columna geológica.
Para explicar la súbita y sorprendente aparición de nuevas especies en las camadas geológicas, los evolucionistas recurrieron a la idea de evolución acelerada. En las épocas de cataclismos, en las cuales habría gran posibilidad de desaparecer una especie, por un instinto desconocido e inexplicable, la especie, para sobrevivir, evolucionaría rápidamente para otra forma o especie diferente, capaz de sobrevivir en el nuevo ambiente que se iría a formar. Esto era atribuir a la especie amenazada no sólo capacidad de cambiar, como, más aún, capacidad de prever el cataclismo y cuales serían las condiciones futuras. ¡Realmente quiromántico!
Esta tentativa de explicación ridícula, cae fácilmente por tierra, porque, si fuese verdadera, deberían existir innumerables ejemplares de fósiles intermediarios entre dos especies, sucediéndose en corto espacio de tiempo. Ahora bien, esto jamás fue constatado.
Acorralados, los evolucionistas saltaron para otra rama explicativa: la onto-mutación.
Por onto-mutación entendían que, en una época de peligro, una pareja de una especie generaría directamente un ejemplar de otra especie. La tentativa de explicación era tan absurda y tan ridícula que la lógica, el buen sentido, así como los nuevos descubrimientos científicos - el del ADN – la hicieron caer rápidamente en el olvido.


4 -- EL NEO-DARWINISMO, EL EVOLUCIONISMO SINTÉTICO
La llama del neo-Darwinismo fue iniciada por Hugo de Vries (1848-1935). Su tesis era que, en determinada raza pura aparecerían mutantes que transmitirían a sus descendientes sus nuevos caracteres, surgiendo así nuevas especies.
Considerando los descubrimientos de la genética, quedó imposible sustentar la teoría de la herencia de los caracteres adquiridos. Todo lo que aparece en una especie está ya determinado en su información genética.
Ocurre, sin embargo, que pueden darse mutaciones genéticas espontáneas cuyas causas no son aún muy claras. Pronto, los evolucionistas recurrieron a la hipótesis de que acumulándose mutaciones accidentales se podría haber causado la evolución.
Esto también es imposible.
Las mutaciones son raras. Su tasa corresponde a 1 por 100.000. La probabilidad de apenas dos mutaciones correspondiendo a de los caracteres distintos está en la proporción de 1 para 10.000.000.000. ¡Una posibilidad para 10 billones! Tales mutaciones no pueden ser dirigidas y, además de eso, las mutaciones son en general nocivas. Una tasa de 12 mutaciones, normalmente, es letal para un organismo.
La baja tasa de mutación espontánea es decurrente de la alta eficacia del sistema de reparos del DNA de que los organismos están dotados. Tales mecanismos de reparo son una prueba de que las mutaciones son indeseables para la especie, que apunta a mantenerse estable, además de demostrar un orden bastante grande, inclusive hasta en el nivel molecular.
Cuando el DNA se presenta danificado por una mutación, se activa un elaborado sistema de reparación, compuesto por una serie de enzimas y mecanismos. Tal sistema está presente desde en una simple bacteria Gram Negativa, como la Escherichia coli, hasta en mamíferos superiores y en el hombre. En esa bacteria citada, hay por lo menos cinco mecanismos diferentes de reparación del DNA mutado: el reparo dependiente de luz la foto reactivación, reparo por escisión, reparo de mal apareamiento, reparo polvos-replicación y sistema de reparo libre de error (Cf. Simmons. Fundamentos de la Genética. Río de Janeiro: Guanabara Koogan, 2001, pp. 332-336).
En los hombres, a excepción de la foto reactivación (la mayoría de las células humanas no están expuestas a la luz), todos esos mecanismos fueron comprobados y hubo otros mecanismos propios de la especie (Cf. Simmons, 2001; Lewontin. Genética Moderna. Río de Janeiro: Guanabara Koogan, 2001, pg. 192-197; Bottino. Genética. Río de Janeiro: Guanabara Koogan, 1991, pg. 216-219).
Las mutaciones no letales constatadas afectan apenas puntos accesorios o entonces producen degeneraciones, además de, en la mayor parte de las veces, causar esterilidad en el individuo mutado, lo que impide la transmisión del carácter mutado.
A pesar de todo esto, y apenas para argumentar, si las mutaciones hubiesen sido las causantes de la evolución de una especie a otra, esto habría ocurrido:
a) o por acaso;
b) o por error genético;
c) o por tentativa, buscando un progreso vital;
d) o por cálculo inteligente.
Si la evolución hubiese ocurrido simplemente por acaso, sería inexplicable y absurdo que los millones de acasos necesarios para evolucionar de la primera molécula hasta el hombre hubiesen producido una secuencia tan perfecta y tan sabiamente ordenada para mejor. Es contra la inteligencia afirmar que millones de acasos hubiesen como resultado un orden y una secuencia tan excelentes.
También es inadmisible imaginar que millones de errores genéticos hubiesen producido efectos cada vez más complejos, y, al mismo tiempo, pero cada vez más ordenados, aún más si tenemos en mente el sistema del DNA.
Si la evolución hubiese sido producida por tentativas de encontrar mejores soluciones para adaptaciones a nuevos ambientes, la Matemática demostró que ni habría tiempo, ni material en el universo para posibilitar la realización de la evolución por tentativas.
Émile Borel calculó matemáticamente lo que llamó límite de imposibilidad en cuanto a la posibilidad de un acontecimiento. Así, demostró que el límite de imposibilidad cósmica es del orden de 10 elevado a la potencia 200. Esto es de una posibilidad para seguido de 200 ceros. De ese modo, “acontecimientos notables de probabilidad suficientemente débil, no se producen”. Y ese matemático, en la conclusión de su trabajo dice:
“Un acontecimiento muy poco probable no se puede realizar”.
Aplicando esas conclusiones de Borel al campo de la biología, Georges Salet calculó que para las mutaciones produjeren apenas un órgano minúsculo, la edad de la tierra tendría que ser multiplicada por un número indicado por 1 seguido de varias centenas o millones de ceros. Esto es, ¡el tiempo necesario para que la evolución se hubiese dado por mutaciones sería superior a la edad del universo!
Para una simple bacteria producir, por mutaciones al acaso, un metazoario, el límite de imposibilidad estaría de lejos ultrapasado. Esto es, la bacteria no puede haber producido el metazoario por mutaciones al acaso.
Restaría una evolución dirigida por cálculo inteligente. En este caso, o se admite que la propia materia bruta es inteligente, y se cae en la Gnosis, como ocurrió con la doctrina del Padre Teilhard de Chardin, o se admite una Inteligencia trascendente a la materia, esto es Dios.
Pero, si se tiene que admitir que Dios guió la evolución, todo el evolucionismo materialista cae por tierra. Y más. Si se acepta que Dios existe y que El guía la evolución, la discusión deja de ser biológica, para tornarse teológica. En este caso, no se podría negar la creación tal cual fue revelada en las Sagradas Escrituras.
Es claro que el evolucionismo derrotado y en fuga, va a agarrarse al evolucionismo moderado, esto es a aquel que admite la evolución biológica de los primates, después de que Dios habría infundido un alma racional en un macaco, para crear el primer hombre, Adán.
Este evolucionismo mitigado o religioso es talvez, y en cierto sentido, aún más absurdo y contradictorio que el evolucionismo materialista. Pero, como su refutación exige argumentos de otra naturaleza que la biológica, trataremos de eso, más tarde.
Actualmente, inclusive hasta científicos evolucionistas reconocen que es imposible atribuir a las mutaciones la causa de la evolución.
El científico ateo y evolucionista Jean Rostand afirmó:
“Las mutaciones, que se quieren tornar responsables por la evolución del mundo vivo, son privaciones orgánicas, son deficiencias, pérdidas de pigmento o desdoblamientos de órganos. Nada traen de nuevo, de original en el plano orgánico y funcional, nada que sea el fundamento o el comienzo de un nuevo órgano. No, no puedo pensar que el ojo, el oído y el cerebro se hayan formado de ese modo.” (J. Rostand, apud P. Troadec, op. cit. p.15).


5 -- ESCUELA EVOLUCIONISTA del “EQUILIBRIO puntuado”

Constatada la inexistencia de fósiles intermediarios, Stephen Jay Gould, Nils Elredge y Steven Stanley propusieron la teoría del "equilibrio puntuado".
Darwin afirmara que la evolución se diera en un proceso extremamente lento y que exigía la existencia de los intermediarios. Era la teoría que recibió el nombre de “gradualismo filético”. Vimos que, teniendo en vista las fallas de la escuela darwiniana, los evolucionistas crearon la teoría del “evolucionismo sintético”. El estudio más apurado de las mutaciones genéticas comprobó que también el evolucionismo sintético estaba errado.
Por todo eso, y teniendo en cuenta que la total ausencia de los intermediarios entre las varias especies, en el registro fósil, los científicos supra citados, con ocasión del centenario de Darwin, en 1960, presentaron una nueva teoría evolucionista: la del “equilibrio puntuado”.
Tal teoría parte de la constatación de que no existen, en el registro fósil, pruebas de una evolución lenta de una especie a otra. Se verifica que las nuevas especies surgen abruptamente ya perfectamente formadas y así permanecen por largos periodos de tiempo, en la escala de los millones de años. A esa estabilidad de las especies Gold, Elredge y Stanley llaman de “fase de equilibrio”. Es esto lo que se constata en los fósiles. Entonces, por una razón que no se conoce, un pequeño número de ejemplares de una especie se aísla de su especie, y, también por razones desconocidas, rápidamente evoluciona para una nueva especie. La evolución habría sido tan rápida que no habría dejado pruebas fósiles de su realización. A este periodo, relativamente corto, de evolución acelerada, lo llaman de “periodo puntuado”.
La nueva teoría evolucionista del “equilibrio puntuado” es así enteramente gratuita: no explica porque un grupo se aísla, ni dice porqué evoluciona, ni porqué evoluciona rápidamente. De este modo, en cuanto el evolucionismo clásico, durante un siglo, procuró los eslabones perdidos de la evolución, porque solamente su existencia comprobaría realmente la teoría evolucionista, ahora, la teoría del “equilibrio puntuado” da como prueba de la veracidad de la evolución de las especies exactamente la inexistencia de los fósiles intermediarios entre una especie y otra.
De esta forma, el evolucionismo sería cierto, porque se encontrarían los eslabones perdidos. Era sólo una cuestión de tiempo y de búsqueda. Ahora, el evolucionismo tiene que ser aceptado, porque los eslabones perdidos nunca existieron. Pero, el dogma de la evolución tiene que ser aceptado, porque es un dogma.
Se verifica pues que, en la historia de la teoría de la evolución, la única cosa que realmente evoluciona es la propia teoría. Como los macacos, ella salta de rama en rama...

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