miércoles, 13 de abril de 2011

De reptiles a aves

Tomado del blog de Stat Veritas



Los escépticos, ateos o anti-teístas, necesitan –según ellos- de argumentos “racionales”, probatorios científicamente mediante la observación empírica de los hechos. Pues bien, pareciera que aquél énfasis en la “racionalidad” de lo que solamente se puede comprobar empíricamente, queda totalmente relegado y –podríamos decir- despreciado por ellos mismos, cuando tratamos del tema “evolución”.
La “evolución” no está demostrada bajo ningún método científico empírico racional. Nadie ha visto ni ha comprobado como “evoluciona” un reptil de un ave, por ejemplo. De ahí que, tanto gustan de argumentos lógicos, racionales y científicos, que en estos casos prefieren tener “fe” en la evolución. Tienen que creer en la evolución. Eso, desde el punto de vista ateo, no es racional.
Aquí desmitificamos uno de los tantos mitos evolucionistas. El famoso caso del “Archaeopteryx” y su supuesto estado de transicional entre un reptil y un ave.

De reptiles a aves.

De reptiles a aves, hipótesis más importante sostenida por los evolucionistas del paso de los reptiles del grupo pterodáctilo de los pterosauros (Rhampfiorhyncfius) a las aves por el Archaeopteryx y el Archaeornis, es decir, de los reptiles voladores a aves reptiliformes. No es posible considerar a estos volátiles como auténticos eslabones entre las aves y los reptiles, no son animales intermedios entre estos dos grupos en el verdadero sentido de la palabra, sino auténticas aves, con algu­nos caracteres que las asemejan más a los reptiles. Los reptiles volátiles son verdade­ros y propios reptiles, pero perfectamente aptos para volar; poseen huesos pneumáticos como las aves, membranas extendidas entre las extremidades que hacen veces de alas, como los murciélagos. El Archaeopteryx tie­ne la estructura de una auténtica ave por la articulación tarsometatarso, tibia-tarso; por la forma de la pelvis, del cerco escapular, de la estructura del cráneo, del plumaje... Boule y Piveteau escriben a propósito de esto: el Archaeopteryx es un ave por la estructura general, la forma de su cuerpo y sobre todo, por su plumaje. Y algunas líneas después: verda­deramente -dicen-, cuando se tiene en cuenta el conjunto de la organización, el Archaeopteryx se nos presenta como una verdadera ave[1].
Lo mismo afirma D. Rosa: hay que con­fesar -escribe- que no conocemos verdaderas formas de transición entre dos grupos en el sentido de formas cuya atribución se pueda dudar si se hace al uno o al otro de los dos: el Archaeopteryx es ya una verda­dera ave y el parecido es de los otros ca­sos[2]. Y Kalin a propósito de las aves pri­mitivas, escribe: las aves primitivas no pue­den considerarse en modo alguno eslabo­nes entre reptiles y aves; pero no obstante su antigüedad (por falta de especialización) son aves en el sentido propio de la palabra[3] [4]. El origen del vuelo podría resultar una excelente prueba para optar entre el mode­lo evolucionista o creacionista. Casi toda la estructura en los animales no voladores re­queriría modificación para volar y las for­mas transicionales resultantes serían fácilmen­te detectables en el registro fósil, además, se supone que el vuelo ha evolucionado en cua­tro tiempos, separada e independientemen­te: en insectos, pájaros, mamíferos (el mur­ciélago) y los reptiles (los pterosauros ahora extinguidos). En cada caso se supone que el origen del vuelo ha necesitado varios millo­nes de años y casi innumerables formas de transición habrían estado implicadas en cada caso. Sin embargo ni siquiera en un caso sin­gular se ha producido nada cercano o próxi­mo a una serie transicional.
E. C. Olson, un evolucionista y geólogo, en su libro La evolución de la vida[5], establece que: en el grado en que el vuelo está comprometido, hay algunas grandes brechas en el registro[6]. Respecto de los insectos Olson dice: no hay casi nada para dar ninguna información acerca de la historia del origen del vuelo en los insectos[7]. Respecto de los reptiles voladores, Olson informa que: el verdadero vuelo es registrado por vez primera entre los reptiles por el pterosauro en el período Jurásico. Aun cuando los primeros eran bastante menos especializados para el vuelo que los más tardíos, no hay absolutamente ningún signo de estadios intermedios[8]. Con referencia a los pájaros, Olson se refiere al Archaeopteryx como semejante a reptil, pero dice que en virtud de poseer plumas, éste se mostraba siendo un pájaro[9]. Finalmente con referencia a los mamíferos, Olson establece que: la primera evidencia de vuelo en los mamíferos está en los murciélagos completa­mente desarrollados de la época Eocena.

Fósil del Archaeopteryx.

“De tal modo ni en un solo caso respec­to del origen del vuelo, puede ser documentada una serie transicional y solamente en un solo caso ha sido aducida una forma inter­media. En el caso último, el así llamado in­termedio, no es en realidad un intermedio en absoluto, porque según reconocen los paleontólogos, el Archaeopteryx era un ver­dadero pájaro que tenía alas, estaba comple­tamente emplumado y volaba, no era un pájaro a medio camino, él era un pájaro. Gregory ha establecido: pero en el Archaeopteryx se ha observado, las plumas no difieren en modo alguno de las plumas conocidas por nosotros[10]. Con referencia al Archaeopteryx, Ichthyornis y Hesperornis, Bedard estableció: muy enfáticamente que todas estas creaturas eran pájaros, que el ac­tual origen de las aves está escasamente insi­nuado en la estructura de estos notables res­tos[11]. Durante los 75 años transcurridos desde la aparición del libro de Beddard, nin­gún candidato mejor como intermedio en­tre los reptiles y los pájaros ha aparecido, ni un simple intermedio con parte de alas o con parte de plumas ha sido descubierto. Quizás esto es porque con el paso del tiem­po el Archaeopteryx a los ojos de algunos evolucionistas, ha devenido más en un ani­mal semejante al reptil. Los aducidos rasgos de aspecto reptil del Archaeopteryx consis­ten en un apéndice con aspecto de garra sobre el borde principal de sus alas, la pose­sión de dientes y vértebras que se extienden a lo largo de la cola. Se cree que ha sido un pobre volador con una pequeña quilla o esternón.
Mientras tales rasgos podrían ser tenidos en cuenta si los pájaros hubieran evolucio­nado desde los reptiles, en ningún sentido de la palabra podrían constituir una prueba de que el Archaeopteryx fuera un intermedio entre reptil y pájaro. Por ejemplo, hay un pájaro viviente en Sudamérica, el hoatzin (Opisthocomus Hoatzin) el cual, en un estadio juvenil, posee dos garras. Sin embargo, es un pobre volador con una quilla asombrosamente pequeña[12], esta ave es cien por ciento un ave, aunque posee dos de las características que se usan para atribuir un antecedente reptil al Archaeopteryx. El hoatzin no es el único pájaro viviente que posee garras, el pichón de touraco (Touraco coryhaix, familia de los Musophagidae) de África, posee garras y es también un pobre volador. Si el hoatzin o el touraco fueran hallados como fósiles en el estrato apropiado, podrían ser aclamados por los evolucionistas como formas transicionales entre reptiles y aves. ¡Pero ellos son aves vivientes hoy día!”[13]. “En tanto que los pájaros modernos no poseen dientes, algunos antiguos pájaros poseyeron dientes, mientras que otros no. ¿La posesión de dientes indica un ancestro reptil para las aves o prueba simplemente que algunos pájaros antiguos tenían dientes, aunque otros no?, algunos reptiles tienen dientes, en cambio otros no, algunos anfibios tienen dientes, mientras que otros no. De hecho, esto es verdad de parte a parte para el grupo completo de los Vertebrados, sub-phylum: peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos inclusive. Siguiendo la analogía, según la cual las aves dentadas son primitivas mientras que las carentes de dientes son más avanzadas, los Monocremata (el pato picudo platypus y el anteater espinoso), los mamíferos que no tienen dientes deberían ser considerados más avanzados que los humanos. Empero, en todos los otros aspectos que ahora se consideran, ellos son los más primitivos de todos los mamíferos. No aparecen dicho sea de paso, hasta el Pleistoceno, lo que en la escala de tiempo de la evolución, los coloca alrededor de 150 millones de años, demasiado tarde para ser antecedente de los mamíferos, entonces: ¿qué significado para la evolución puede ser asignado a la posesión o ausencia de dientes? Respecto del status del Archaeopteryx, Lecomte de Noüy, un evolucionista ha establecido: infortunadamente la mayor parte de los tipos fundamentales en el reino animal están desconectados desde el punto de vista paleontológico... no estamos autorizados a considerar el caso excepcional del Archae­opteryx como un verdadero eslabón. Por eslabón entendemos un estadio necesario de transición entre clases tales como reptiles y aves o entre grupos más pequeños”[14].
W. E. Swinton, un evolucionista y experto en aves establece: “El origen de las aves en gran medida es un asunto de deducción, no hay evidencia fósil de los estadios a través de los cuales el notable cambio desde reptil a ave fuera obtenido[15]. Así más rotunda­mente: el registro fósil no documenta la presunta transición desde reptil a ave, sino que las aves aparecen abruptamente en el registro fósil, exactamente como fuera revelado en los fundamentos de la creación. Las diferencias entre los reptiles no voladores y los voladores son especialmente dramáticas... El enorme abismo entre el Saltoposuchus, reptil thecodonto y el Archaeopteryx, supuestamente el más viejo pájaro conocido, es notorio. Igualmente obvia es la tremenda brecha entre el Saltoposuchus y los representantes de los dos subórdenes de pterosaurios. Casi toda la estructura en el Rhamphorhynchus, un pterosaurio de larga cola, era única para esta creatura. Especialmente notable (como en todos los pterosaurios) era la enorme longitud del cuarto dedo en contraste con los otros tres que posee este reptil, este cuarto dedo proporciona el soporte completo a la membrana del ala, ésta no era ciertamente una estructura delicada y si los pterosaurios evolucionaron desde los thecodontos o algunos otros reptiles sujetos a la tierra, se habrían encontrado formas transicionales que mostraran una gradual elongación de este cuarto dedo ni siquiera una insinuación de tal forma transicional, sin embargo, ha sido jamás descubierta. Aún más único era el grupo de pterodáctilos de Pterosaurios El Pteranodon no sólo tenía un largo pico sin dientes y una larga cresta ósea extendida pos­terior, sino que su cuarto dedo sostenía una extensión de ala de 25 pies. ¿Dónde están las formas transicionales documentando un origen por evolución de éstas y otras estructuras únicas para los pterosaurios?, ¿cómo podrían estas extrañas creaturas haber evolucionado a través de innumerables formas intermedias sobre millones de años de tiempo, sin dejar un simple eslabón en el registro fósil? La respuesta es: ¡ellos no EVOLUCIONARON, ELLOS FUERON CREADOS!”.

Gish, Duane T., op. cit., p 59-67. Cf., Piveteau, J., L’ Archaeopteryx et l’ Evolution, París, La Nature, 1954, p 441-445; Bertrand Serret, R., op. cit., Apéndice II: El Archeopteryx y los tipos intermedios.

Citado por el Dr. Enrique Díaz Araujo, en “Evolución y evolucionismo”, Ed. Universidad Autónoma de Guadalajara.



[1] Les fossiles, p 499-500.
[2] Evolucionismo, en: Enc. Treccani, v XIV p 670.
[3] Ergebnisse, etc., cit.
[4] Marcozzi, V., Los orígenes, etc., cit, p 40-41.
[5] New York, The American Library. 1965.
[6] P 180.
[7] P 180.
[8] P 181.
[9] P 182.
[10] Gregory , W. K., New York Academy of Science Annals, v 27, 1916, p 31.
[11] Beddard, F. E., The Structure and Classification of Birds, London, Longmans, Green and Co., 1898, p 160.
[12] Grimmer, J.L. National Geographic, set. 1962, p 391.
[13] Sibbley, C. G. y Ahquist, J. E., en: Auk, v 90, 1973, p 1.
[14] Human Destiny, New York, The New American Library, 1947, p. 58.
[15] En: Marshall, A. J., Biology and Comparative Physiology of Birds, New York, Academy Press, 1960, v I, p 1.

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