martes, 16 de diciembre de 2008

La Iglesia desaprueba la “adopción prenatal”


Tomado de Forum Libertas

a Congregación para la Doctrina de la Fe publica la Instrucción Dignitas personae con orientaciones sobre la clonación, la terapia génica, la fecundación artificial


La idea de la “adopción prenatal” con la que algunas personas tratan de dar una oportunidad de nacer a tantos embriones congelados es “una propuesta basada en la loable intención de respetar y defender la vida humana que, sin embargo, presenta problemas éticos”, los mismos que hacen ilícita la procreación artificial “como toda forma de maternidad subrogada”, por ejemplo el problema de separar la procreación del contexto íntegramente personal del acto conyugal.

Así lo señala la nueva Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Dignitas personae sobre algunas cuestiones de bioética, presentada este viernes 12 de diciembre, que afronta nuevos problemas relativos a la procreación, examina algunas propuestas terapéuticas y recuerda los aspectos antropológicos, teológicos y éticos en los que la Iglesia basa su defensa de la vida humana.

El documento alerta de la “situación de injusticia de hecho irreparable” que supone la existencia de “millares de embriones que se encuentran en estado de abandono”, pero afirma que “no se vislumbra una salida moralmente lícita para el destino humano de los miles y miles de embriones ‘congelados’, que son y siguen siendo siempre titulares de los derechos esenciales y que, por tanto, hay que tutelar jurídicamente como personas humanas”.

La fecundación artificial es ilícita

Respecto a los tratamientos de infertilidad, el documento recuerda que la fecundación artificial es ilícita porque sustituye el acto conyugal, el único digno de una procreación responsable. Sobre las técnicas de ayuda a la fertilidad, la Iglesia recuerda que tienen que respetar el derecho a la vida y a la integridad física de cada ser humano (también el embrión), la unidad del matrimonio que pasa por el derecho de los cónyuges a procrear sólo el uno a través del otro, y los valores específicamente humanos de la sexualidad que exigen que la procreación sea fruto del acto conyugal específico del amor entre los esposos.

En este sentido, valora como “auténticas terapias” las intervenciones que buscan remover los obstáculos que impiden la fertilidad natural, como el tratamiento hormonal de origen gonádico, el tratamiento quirúrgico de una endometriosis limitada, la desobstrucción de las trompas o la restauración microquirúrgica de su permeabilidad.

A su vez, se opone a la fecundación in vitro, a la usual Inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), al congelamiento de embriones con el que se pretenden facilitar tratamientos de infertilidad sucesivos, al congelamiento de óvulos, a la reducción embrionaria que suprime embriones en embarazos múltiples, al diagnóstico preimplantatorio que expresa una mentalidad eugenésica y a las nuevas formas de intercepción y contragestación (el DIU, la píldora del día siguiente, la píldora RU486, la prostaglandina y el Metotrexato).

Entre los perjuicios de la fecundación in vitro, el documento destaca que comporta la eliminación de embriones y un trato puramente instrumental de los embriones en la transferencia múltiple, facilita la selección genética y debilita la conciencia de respeto al ser humano. También considera “extremadamente preocupante que la investigación en este campo se dirija sobre todo a conseguir mejores resultados en términos de porcentaje de niños nacidos respecto al número de mujeres que inician el tratamiento, pero no parece efectivamente interesada en el derecho a la vida de cada embrión”.

Apoyar la investigación con células madre adultas

En cuanto a la manipulación del embrión o del patrimonio genético humano, la Instrucción trata la investigación con células troncales, la terapia génica, la clonación, los intentos de hibridación y la utilización de “material biológico” humano de origen ilícito.

La Instrucción indica que para valorar éticamente la investigación con células madre, hay que fijarse en los métodos usados para su recolección y en los riesgos que implica su utilización. Reitera que la investigación con células troncales embrionarias, además de no haber proporcionado todavía resultados, resulta ilícita porque causa inevitablemente la destrucción del embrión.

Respecto a las células madre adultas extraídas de células de tejidos de un organismo adulto, de la sangre del cordón umbilical o de tejidos de fetos muertos de muerte natural, el documento afirma que “no hay objeciones morales”, pero anima a actuar “con gran rigor y prudencia” y alienta la investigación sobre su uso.

No a la terapia génica con efectos en la descendencia

Sobre la terapia génica, que aplica al hombre las terapias de ingeniería genética con una finalidad terapéutica, la Congregación para la Doctrina de la Fe considera lícita la que utiliza células de tejidos y órganos del cuerpo (siempre que no se exponga al paciente a riesgos desproporcionados y éste dé su consentimiento).

Sin embargo, considera moralmente inadmisible la que se basa en células de línea germinal, cuyos efectos afectan a la descendencia del paciente, porque necesita de le técnica de fecundación in vitro y comporta riesgos poco controlables. La clonación da lugar a abusos y a manipulaciones La Instrucción advierte que la clonación es intrínsecamente ilícita pues “llevando hasta el extremo el carácter inmoral de las técnicas de fecundación artificial, se propone dar origen a un nuevo ser humano sin conexión con el acto de recíproca donación entre dos cónyuges y, más radicalmente, sin ningún vínculo con la sexualidad”, lo cual “da lugar a abusos y a manipulaciones gravemente lesivas de la dignidad humana”.

La clonación reproductiva somete al sujeto clonado a “una forma esclavitud biológica” que ofende a su dignidad y a la igualdad fundamental entre los hombres –advierte la Instrucción-, mientras que la terapéutica, siendo más grave, produce embriones con el propósito de destruirlos, lo cual reduce la existencia de un ser humano a la categoría de instrumento que se usa y se destruye.

Dignitas personae también denuncia la ofensa a la dignidad del ser humano que suponen los intentos de hibridación, porque comportan riesgos para la salud y una mezcla capaz de alterar la identidad específica del hombre. Finalmente, advierte que la utilización de “material biológico” humano de origen ilícito supone una cooperación al mal y un desorden moral grave del que es necesario distanciarse, aunque reconoce diversos grados de responsabilidad.

Urge defender al ser humano en sus etapas iniciales

La Instrucción comienza con la enunciación del principio fundamental que la Congregación señala que debe ocupar el lugar central en la reflexión ética sobre la investigación biomédica: “A cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural, se le debe reconocer la dignidad de persona”. El documento invita a los fieles, y especialmente a los médicos, a “comprometerse firmemente a promover una nueva cultura de la vida” y a “proteger la frágil condición del ser humano en las etapas iniciales de su vida y a promover una civilización más humana”.

El documento también actualiza algunos principios de la Instrucción Donum vitae, a los 20 años de su publicación: El fruto de la generación humana desde el primer momento de su existencia exige el respeto incondicionado. El embrión humano tiene la dignidad propia de una persona. El origen de la vida humana tiene su auténtico contexto en el matrimonio y la familia que, para transmitir la vida, deben inspirarse en la ley natural.

El valor inviolable del hombre se basa en sus dimensiones humana y divina. La vida humana tiene vocación eterna y es manifestación de Dios en el mundo. Los avances en el conocimiento de la vida humana y de los estadios iniciales de su existencia no se pueden aprobar cuando implican la supresión de seres humanos, se valen de medios que erosionan la dignidad de la persona o se adoptan para finalidades contrarias al bien integral del hombre.


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